«Spoiler: No, no fue un paseo por el parque. Fue más bien un recorrido en montaña rusa… sin frenos.»
1. El contexto: cuando el MVP se volvió Frankenstein
Para quien no lo conozca, VibeCoding es (muy resumidamente) usar inteligencia artificial para acelerar el desarrollo de aplicaciones, con la promesa de que el código se construye más rápido y barato. Si quieres profundizar, dejo mi explicación sencilla de que es Vibe Coding y seguimos con la historia.
Todo comenzó con un MVP hecho por alguien de marketing. Sí, marketing. Lo curioso es que funcionaba… más o menos. Gustó tanto que empezaron a sumarle piezas nuevas, parches y “features” a mansalva… hasta que el engendro perdió toda forma humana y se convirtió en un Frankenstein digital.
La promesa original de VibeCoding en este proyecto: “Acelerar la entrega y construir algo de calidad a bajo costo”.
Lo que encontré al llegar: una búsqueda del Santo Grial pero con un mapa dibujado por un niño de tres años.
2. La arquitectura diabólica
No exagero. Ejemplos para no técnicos:
- Encabezados y pies de página duplicados en cada página, nada de plantillas o componentes reutilizables.
- Funciones repetidas por todos lados con ligeros cambios de nombre, como si fueran primos lejanos que se odian.
- Código PHP dentro de páginas HTML recibiendo llamadas POST desde JavaScript incrustado… dentro del mismo archivo.
- Esto es como poner la cocina dentro del baño: creativo, sí, pero insalubre.
Y todo sustentado por una documentación impecable. Tan impecable que parecía describir otro proyecto distinto al que estaba frente a mí.
3. La falsa calma: “solo unos bugs menores”
Me contrataron para “unos ajustes menores, visuales y de funcionalidad”.
Spoiler: mentira piadosa.
Me metí 20 horas de “VibeCoding” para arreglar esos bugs. Al final, funcionaba… aparentemente. Aunque yo seguía sin entender qué diablos pasaba “bajo el capó” y sentía que estaba operando un paciente siguiendo un manual en ruso.
4. El lanzamiento y la avalancha de quejas
Sacamos el bicho a producción.
Resultado: un tsunami de quejas y tickets.
El bug más tragicómico:
El producto debía ser una WebApp, pero estaba hecho en PHP, JS y CSS puros, sin librerías modernas. Luego, la brillante idea: ¡Hagamos una app móvil!… pero los usuarios no podían ni entrar a la aplicación, mucho menos recibir notificaciones push. Es como vender una cafetera que ni siquiera hierve agua, pero con Bluetooth.
5. El verdadero trabajo: 30 horas de cirugía
Aquí no hubo “low-code” que valga.
Fue código manual, depuración línea por línea y cirugía arquitectónica:
- Reestructuré cómo se manejaban las sesiones de usuario.
- Reconstruí todo el flujo de onboarding, evitando que los usuarios quedaran fuera si no completaban el registro en el primer intento.
Tras 30 horas: entendí el código, eliminé redundancias y entregué un MVP funcional que, por fin, hacía lo que decía en la caja.
6. El brillo engañoso
¿Estaba listo para venderse como “producto terminado”? No.
¿Se vendió igual? Sí. Porque nada brilla más que un PowerPoint con screenshots recién salidos del horno.
El cliente contento con las mejores; la app, más estable. Yo… medio preocupado por lo que pudiera pasar en el siguiente mes.
7. Lecciones aprendidas
- VibeCoding es un excelente copiloto si tienes muy claro hacia dónde vas y entiendes la arquitectura detrás.
- Low-code no significa no-code. La complejidad sigue ahí, solo que escondida.
- Un MVP es un terreno fértil… para crecer rápido o para llenar de maleza imposible de arrancar después.
- Nunca subestimes el refactor: es aburrido hasta que te salva la vida en producción.
- Documentación + Mal código = Mapa del tesoro a una isla que no existe.
8. Mi frase final (o el “optimismo alarmista”)
VibeCoding tiene un potencial enorme en las manos adecuadas. Pero si tu plan es lanzarte sin saber programar, esperando que la herramienta haga magia…
Bueno, espero que tengas un buen seguro y nervios de acero.
Porque sí: puedes construir algo increíble.
O un Frankenstein con interfaz bonita.